¿Es Miguel Molina el gran talento oculto del DTM?, por Sergio Álvarez

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Siempre es un momento especial cuando entras a un paddock perteneciente a cualquier deporte del motor, pero no es menos cierto que hay días más memorables que otros. Para mí, una de esas jornadas que siempre tendré que destacar fue la del 28 de febrero de 2013, en plenos tests de pretemporada en el Circuit de Barcelona-Catalunya.

En aquel momento llegaba a Montmeló con el objetivo de sacar el máximo posible de declaraciones exclusivas para un artículo sobre el fenómeno de los llamados ‘pilotos de pago’, que publiqué en la revista Car&Tecno (hoy en día transformada más que nunca en una edición española de la británica Evo). Casualidades de la vida, fue Jules Bianchi el primer piloto al que abordé para pedirle que me dijera un rival al que se hubiera enfrentado, que mereciera llegar a la Fórmula 1 y nunca lo hubiera hecho… o no tanta casualidad, pues se dirigía hacia el final del paddock embutido en el uniforme Ferrari, y esa misma tarde-noche se anunciaba su fichaje por Marussia.

En mitad del ajetreo que debía tener entre manos, el pobre Bianchi no supo decirme ningún nombre. Sí lo hizo otro de los pilotos encuestados, mi compatriota Dani Clos, y además sin pestañear: Miguel Molina era para él el hombre obviado por el Gran Circo, aquel ante quien se quitaba el sombrero después de haber coincidido con él sobre el asfalto. Casi diez años antes de estos encuentros, Clos había batido tanto a Molina como a Bianchi para hacerse con el Trofeo Andrea Margutti, un clásico del kárting internacional. Los tres conformaron por ese orden el podio en la categoría junior.

Un circuito talismán

Es difícil emitir un juicio externo sobre la opinión de Dani Clos., si bien es cierto que Molina afirma haber recibido al menos una oferta de un equipo de Fórmula 1 para la temporada 2010, y que ésta no se materializó porque alguien llegó con un maletín más abultado. Pero de lo que caben pocas dudas es de la extraordinaria capacidad de Molina para brillar en el trazado alemán de Lausitzring a los mandos de un turismo. Si el año pasado a duras penas consiguió defender una extraordinaria pole position, en 2016 se ha desquitado con su segunda victoria en el campeonato alemán de turismos DTM. Y ello a pesar de que su salida dejó que desear. Fue precisamente su ‘bestia negra’ de 2015 en Lausitzring,, Jamie Green, quien se le coló por el interior de la primera curva y obligó al español a volver a ganarse el liderato de la prueba.

En la vuelta 8, Molina pudo recurrir al DRS (cuyo uso se ha restringido más en el DTM 2016) para recuperar el control de la carrera sprint del sábado. Un desarrollo muy paradójico de los acontecimientos, si nos paramos a recordar que hace un año a Green le costó más de la cuenta adelantar a Molina precisamente porque tenía problemas con el DRS…

Una vez fuera del Audi, dedicó su actuación a dos figuras del deporte del motor español que nos han dejado en los últimos días: qué más podemos decir del trágico accidente de Luis Salom en Moto2, ni de lo mucho que extrañaremos la labor de Carlos Castellá como comentarista e historiador del automovilismo.

Lo que no debe hacer

En cuanto a la segunda manga del DTM en Lausitzring, Mercedes ha salvado los muebles en una temporada difícil para la firma de la estrella. Lucas Auer se ha impuesto mientras que Miguel Molina esta vez se ha visto perjudicado por un toque con el BMW de Augusto Farfus, acción por la que el gerundense recibió un drive through.

La penalización llega en plena polémica sobre los estándares de pilotaje en esta categoría, una controversia aireada principalmente por el veterano Gary Paffett: “los dos primeros fines de semana de la temporada siempre son muy intensos, con un montón de toques y situaciones parecidas”, dijo; “no tengo nada en contra de los pilotos jóvenes o de los debutantes, pero en general me sorprendió el nivel de pilotaje y también me decepcionó”. Es difícil considerar que Miguel Molina, en su séptima temporada de DTM, entre en sus críticas, más bien dirigidas a Timo Scheider después de sus dimes y diretes en la cita de Austria. Pero hasta Dani Juncadella se ha hecho eco de una preocupación parecida.

¿Cuál será la evolución de Molina a lo largo de este año? ¿Nos hará meditar cada vez más sobre la nominación que le hizo Clos, o más bien sobre si sus colegas también piensan en su maniobra sobre Farfus cuando hablan de ir con más cuidado? Tendremos que mantenernos atentos a este imponente campeonato alemán para encontrar las respuestas.